El primero de octubre de 1698, día de Nuestra Señora del Rosario, llegó a Villarejo Periesteban fray Julián Montero, maestro de estudiantes del convento San Pablo de Cuenca. Desde el púlpito de la iglesia, el predicador explicó las muchas indulgencias que los pontífices habían concedido a las cofradías del rosario. Entonces los villarejeños decidieron fundar una cofradía e hicieron procesión con la santa imagen de Nuestra Señora del Rosario.

El alcalde ordinario, don Bartolomé de Villagómez y Sáinz, se reunió con los regidores, y juntos dieron su poder a Don Diego de Chaves Zapata, procurador general de la audiencia episcopal, para que les representara ante el provisor de la ciudad de Cuenca y pidiera en su nombre una licencia para fundar una cofradía del Santísimo Rosario en Villarejo Periesteban.

El papa Alejandro VIII autoriza la fundación de una cofradía del Rosario en Villarejo Periesteban

Las constituciones de la nueva cofradía fueron aprobadas y fray Julián Montero volvió a Villarejo el 6 de diciembre, donde “nombró por altar privilegiado al de Nuestra Señora del Rosario, que está a la mano derecha de la parroquial de dicha villa, cercano al púlpito, y nombró por mayordoma para el aseo de la Santa Imagen de Nuestra Señora del Rosario a la señora doña Hipólita de Heredia y Bazán”, mujer del alcalde don Bartolomé de Villagómez y Sáinz.

En la doctrina católica, la indulgencia exime al pecador arrepentido de la pena que debe purgar, bajo ciertas condiciones. Los cofrades del Santísimo Rosario conseguían indulgencias a cambio de rezar cada semana un Rosario completo de quince decenas. También debían celebrar todos los años cuatro aniversarios por los cofrades difuntos, en los días inmediatos a las festividades de la Purificación, la Anunciación, la Asunción y la Natividad de la Virgen. La última condición era de salir en procesión el primer domingo de cada mes y en las fiestas principales de la Virgen, con rosarios en las manos. Las procesiones estaban guiadas por la “soldadesca” de la cofradía, compuesta en 1705 por el cura párroco, el Ldo. Domingo Lozano Carrizo, y por los tres hidalgos de la villa, don Juan de Soria y Buitrón, don Bartolomé de Villagómez y Sáinz y don Andrés de Priego y Sarmiento.

Como no había limosnas, y que tampoco se hacían repartimientos entre los cofrades, los derechos parroquiales (21 reales) y otros gastos (fiestas, procesiones y cera) recaían sobre el mayordomo. La función de mayordomo era entonces una prerrogativa de los vecinos más adinerados, elegidos por su capacidad a aumentar con limosnas el caudal de la cofradía. Así, en 1738, el mayordomo Simón de Rueda, uno de los principales de la villa, regaló a la cofradía un “bufete grande para que sirva cuando se pone [la Virgen del Rosario] en andas”, por un valor de 30 reales.

Según práctica del pueblo, el párroco nombraba el mayordomo entre los vecinos propuestos por el alcalde y el antiguo mayordomo, y lo anunciaba al pueblo al tiempo del ofertorio de la misa conventual que se celebraba el día de Nuestra Señora del Rosario. A partir de ese día, y durante el año entero, las esposas de los mayordomos, o mayordomas, estaban encargadas del aseo de la virgen, de su altar, su retablo y su ajuar.

Nuestra Señora del Rosario en la iglesia de Villarejo Periesteban

A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, los mayordomos instauraron una nueva forma de aumentar el ajuar de la virgen, con la llamada “Torta de la Candelaria”. En enero, la mayordoma preparaba una torta grande que se sorteaba el día 2 de febrero. Los participantes compraban una o varias cédulas por 2 cuartos cada una (moneda de cobre cuyo valor era de 4 maravedís). Así en 1834 la cofradía le compró a la Virgen una corona hecha por el platero Domingo Domarco, por un valor de 140 reales. El dia de la candelaria también se agregaba un Niño Jésus en el altar de Nuestra Señora del Rosario para celebrar la présentation de Jésus en el Templo.

En 1875, el vecino elegido como mayordomo rechazó cumplir con la función, por lo cual el cura decidió encargarse de la torta este año. Trajo de Cuenca una torta de 40 libras (es decir 18 kg), y se vendieron 451 rifas, produciendo 106 reales. Con este dinero la cofradía compró “ocho onzas de lentejuela dorada y plateada para el manto negro de la Virgen, dos docenas de estrellas doradas para dicho manto, cuatro docenas de estrellas plateadas para el mismo, dos pliegos de papel dorado para el altar de la Virgen, cinco pliegos de papel plateado para el mismo altar, dos pliegos de papel jaspeado verde para dicho altar y un juego de sacras, marco negro con filete dorado”.

El libro de la cofradía del Santísimo Rosario de Villarejo Periesteban se termina el año de 1915 con el nombramiento de Gregorio Guijarro como mayordomo. No se sabe con precisión cuando la cofradía dejó de existir.

Anexo – Las alhajas de la Virgen del Rosario en 1744

Para la capilla

  • 7 vestidos: uno nuevo de tapiz con puntilla de plata, uno nuevo azul con flores y flecos de hilo de oro, uno viejo de raso encarnado, uno viejo forrado en tafetán verde, uno de color oscuro de raso, uno de tafetán listado y un último de raso verde y flores de hilo de oro.
  • 62 lazos: nueve azules dorados y plateados, seis encarnados, cuatro dorados, tres de tela de plata, catorce azules, cinco de cinta turca, seis negros, seis encarnados y nueve encarnados y plateados.
  • 5 cintas: una para las manos de Nuestra Señora encarnada y azul, una encarnada blanca y verde, una azul y plateada, una encarnada de vara y media y una que dicen del serení de una vara.
  • 7 cortinas con sus respectivas cenefas: dos encarnada, una morada, una azul, un velo con cenefa de gasa y dos hojas de cortina.
  • Muchos manteles con encajes, de ruan o de lienzo
  • 1 pañuelo encarnado de seda
  • 1 manto de tafetán negro
  • 1 sabana para la mesa cuando en ella se pone a Nuestra Señora
  • 2 toallas
  • 4 tocas y dos rostros dorados y un paño para las manos de Nuestra Señora
  • 4 pares de paños y seis rosarios y el uno de ámbar
  • 3 medallas de plata y engastado en plata
  • 1 niño Jesús para el día de las candelas
  • Unos manuales de cera de 5 libras y media
  • 1 arca grande con su cerradura

Para las procesiones

  • 1 trono de damasco encarnado
  • 2 barretas de hierro y un bufete grande para las andas
  • 1 corona de plata, cetro y media luna
  • 2 frontales el uno de raso azul y el otro listado
  • 6 candeleros
  • 1 lámpara
  • 1 estandarte de damasco blanco

Fuentes primarias

ARCHIVO DIOCESANO DE CUENCA, Villarejo Periesteban:

  • P-1601. Libro del Santísimo Rosario, 1698-1915.